Espadas a sueldo: Mercenarios españoles en la Italia renacentista

Los primeros mercenarios españoles que llegaron a Italia lo hicieron como parte de las tropas de los Reyes Católicos, durante la campaña que llevó a la conquista de Nápoles en 1503. En esta guerra, el Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba reformó la estructura de combate de los soldados españoles, creando los famosos tercios, que más adelante dominarían los campos de batalla europeos. Los soldados, muchos de los cuales se ofrecieron voluntarios tras haber participado en las guerras de Granada y contra los moros en el sur de la península ibérica, pronto adquirieron fama de ser combatientes disciplinados, valientes y expertos en la guerra de infantería.

Sin embargo, además de aquellos que servían bajo la bandera de España, surgió una nueva categoría: los mercenarios españoles que, atraídos por la promesa de ganancias y aventuras, ofrecían sus servicios a quien pudiera pagarlos. No pocos veteranos, al finalizar sus contratos con el rey, se quedaron en Italia, prestando sus habilidades militares a diversas ciudades y estados.

La profesionalización de los mercenarios españoles

Los mercenarios españoles en Italia no eran una fuerza homogénea. Mientras que algunos provenían de las filas de los tercios oficiales, otros eran aventureros independientes, soldados de fortuna que se agrupaban en compañías sueltas y se ofrecían al mejor postor. Esta pluralidad creó una amalgama de soldados experimentados que podían adaptarse a las necesidades específicas de cada contratante, ya fuera la defensa de una ciudad amurallada, la realización de incursiones rápidas o la participación en batallas campales.

Una de las razones de su éxito fue su capacidad para aprovechar las innovaciones tácticas y organizativas que los tercios españoles habían introducido en el arte de la guerra. Aunque servían como mercenarios, muchos de ellos mantenían la estructura y disciplina características de los tercios, lo que les confería una superioridad táctica frente a otras tropas mercenarias. Además, su manejo experto de las armas de fuego, como el arcabuz, junto con la combinación de piqueros y espadachines, los convertía en una fuerza temible que muchos príncipes italianos preferían contratar en lugar de confiar en sus propias milicias.

El Tercio de Lombardía y los mercenarios independientes

Entre las distintas unidades de mercenarios españoles en Italia, el Tercio de Lombardía merece una mención especial. Esta unidad, formada inicialmente por soldados que habían servido en Nápoles y Milán, se convirtió en una de las fuerzas más respetadas y temidas de la península. A menudo actuaban de manera semiindependiente, contratados no solo por el virrey español de Milán, sino también por otros estados italianos, como Florencia y el Ducado de Saboya.

Julián Romero, un soldado de orígenes humildes que comenzó su carrera como mercenario en Italia, representa bien este fenómeno. Romero, nacido en la provincia de Guadalajara, llegó a la península italiana durante la década de 1530 y, tras años de servicio mercenario, alcanzó el rango de maestre de campo. Su trayectoria muestra cómo un mercenario español podía ascender a posiciones de gran responsabilidad y prestigio en el ejército de los Habsburgo, a pesar de su origen y su condición inicial de mercenario.

Los tercios mercenarios españoles, como el de Lombardía, no siempre actuaban bajo las órdenes directas de la corona española. En ocasiones, si un príncipe italiano ofrecía mejores condiciones, estos soldados aceptaban cambiar de bando temporalmente, aunque sin perder de vista su conexión con la madre patria. Esta flexibilidad les permitió acumular una experiencia de combate única, que luego emplearían en las guerras del norte de Europa.

El impacto de los mercenarios españoles en la política italiana

La influencia de los mercenarios españoles en Italia no se limitó al campo de batalla. Al servir a diferentes príncipes y facciones, estos hombres también se convirtieron en actores políticos con la capacidad de inclinar la balanza en las complejas intrigas italianas. En numerosas ocasiones, la simple presencia de una compañía de veteranos españoles en las cercanías de una ciudad era suficiente para disuadir a los ejércitos rivales de iniciar un ataque.

El caso de Ferrante Gonzaga, gobernador español de Milán, es ilustrativo. Aunque oficialmente representante del rey de España, Gonzaga no dudó en emplear compañías de mercenarios españoles para resolver disputas locales a su favor. A través de estos hombres, consolidó su poder en la región y logró mantener a raya a los franceses, los venecianos y los estados pontificios.

Por otro lado, algunos mercenarios españoles fueron protagonistas de episodios oscuros, como saqueos y traiciones. En 1527, durante el famoso Saco de Roma, varias compañías mercenarias españolas se unieron a las tropas imperiales en el asalto a la Ciudad Eterna. Aunque se encontraban bajo la autoridad de Carlos V, muchos de estos soldados actuaron como mercenarios en busca de botín, mostrando la delgada línea que separaba a los ejércitos oficiales de los mercenarios.

La decadencia de los mercenarios españoles en Italia

A medida que el siglo XVI avanzaba, la situación de los mercenarios españoles en Italia comenzó a cambiar. Tras la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559, que puso fin a las Guerras Italianas, la presencia militar española se consolidó de manera oficial en Nápoles y Milán, reduciendo la necesidad de compañías mercenarias independientes. Además, la creciente profesionalización de los ejércitos europeos, junto con la centralización del poder en manos de las grandes monarquías, hizo que las tropas mercenarias perdieran gradualmente su importancia.

Sin embargo, algunos mercenarios españoles continuaron operando en Italia hasta bien entrado el siglo XVII. En este periodo, muchos se integraron en las guarniciones españolas permanentes o se desplazaron a otros teatros de guerra, como los Países Bajos y Alemania. Aunque su papel en Italia disminuyó, su impacto se sintió durante décadas. Los estados italianos, que habían aprendido de la eficacia de los tercios, comenzaron a formar sus propias unidades basadas en el modelo español, un testimonio de la influencia duradera que estos combatientes ejercieron sobre la guerra renacentista.

El legado táctico de los mercenarios españoles en Europa

Los mercenarios españoles en Italia no solo dejaron su marca en la historia militar italiana, sino que también influyeron en el desarrollo de la guerra europea. Las tácticas de combate que emplearon —la combinación de piqueros y arcabuceros, el uso del terreno para favorecer a la infantería, y la capacidad de realizar tanto ofensivas como defensas disciplinadas— fueron imitadas por otros ejércitos durante el siglo XVI y principios del XVII.

Esta influencia trascendió las fronteras de Italia. Incluso en Francia y Alemania, los comandantes comenzaron a adoptar formaciones similares a las de los tercios españoles, y muchos veteranos mercenarios españoles se convirtieron en instructores de las nuevas generaciones de soldados europeos. Además, las experiencias adquiridas en las batallas italianas ayudaron a perfeccionar la organización de los tercios, que luego se convertirían en la punta de lanza del poderío militar español en toda Europa.

El fenómeno de los mercenarios españoles en Italia durante el Renacimiento representa un episodio fascinante de la historia militar europea. Más allá de ser simples soldados de fortuna, estos combatientes encarnaron la transición de la guerra medieval a la guerra moderna, con sus innovaciones tácticas y su influencia política.

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Para saber más y profundizar sobre el tema

Podcast: ITALIA MI VENTURA cap. I: EL QUATTROCENTO contexto geopolítico de la Italia del Siglo XV.

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