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El Tratado de Tordesillas: La Línea que Dividió el Mundo

El Tratado de Tordesillas: La Línea que Dividió el Mundo

En el anochecer del Medievo y los albores de la Edad Moderna, el Tratado de Tordesillas emergió como uno de los acuerdos diplomáticos más trascendentales en la historia de la exploración y la colonización global.

Firmado el 7 de junio de 1494, este tratado fue el resultado de negociaciones entre dos potencias marítimas emergentes: España y Portugal.

Su objetivo era claro y ambicioso: dividir las tierras recién descubiertas y por descubrir fuera de Europa entre estas dos coronas, evitando conflictos entre ellas y estableciendo un marco de expansión imperial controlada.

El Tratado de Tordesillas: La Línea que Dividió el Mundo

La firma del Tratado de Tordesillas se vio precipitada por los viajes de Cristóbal Colón, patrocinado por la Corona española, que resultaron en el descubrimiento de nuevas tierras en el Atlántico occidental en 1492. Este hecho intensificó la necesidad de un acuerdo, dado que Portugal también estaba extendiendo sus rutas marítimas alrededor de África hacia las ricas especierías del Oriente.

Negociado en la pequeña ciudad de Tordesillas en España, el tratado estableció una línea divisoria que corría de polo a polo a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Las tierras descubiertas al oeste de esta línea serían para España, mientras que las que se encontraran al este serían para Portugal. Este arreglo modificó un decreto anterior del Papa Alejandro VI, conocido como las Bulas Alejandrinas, que había sido menos favorable a los intereses portugueses.

El Tratado de Tordesillas no solo alteró el mapa del mundo, sino que también sentó las bases para los futuros imperios coloniales de ambas naciones. Portugal se aseguró el control sobre Brasil, África y Asia, mientras que España se expandió por vastas regiones de América. Sin embargo, el tratado también planteó problemas, especialmente con otras potencias europeas como Francia, Inglaterra y los Países Bajos, que eventualmente rechazarían el acuerdo, argumentando que el Papado no tenía autoridad para conceder territorios soberanos.

A lo largo de los siglos, el Tratado de Tordesillas influiría profundamente en el desarrollo político y cultural de los territorios afectados. Las divisiones impuestas no solo prefiguraron las fronteras políticas, sino que también dieron forma a las interacciones culturales y económicas, moldeando las identidades nacionales que emergieron en las Américas. Además, la competencia por recursos y tierras entre las naciones europeas llevaría eventualmente a una serie de conflictos y tratados adicionales.

A pesar de que los detalles exactos de los territorios y las rutas no se conocían completamente en ese entonces, el Tratado de Tordesillas es un testimonio del intento de regular la competencia territorial mediante el diálogo y el acuerdo. Aunque con el tiempo se demostraría que era imposible imponer una división tan arbitraria sobre un mundo tan vasto y diverso, el tratado sigue siendo un hito en la historia de la diplomacia y la colonización. Nos recuerda cómo los acuerdos tomados en salones y palacios lejanos pueden resonar a través de los continentes, configurando mundos nuevos y la historia de quienes los habitan.

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