La geopolÃtica no entiende de ideologÃas y en ocasiones hace extraños compañeros de viaje, como sucedió tras la I Guerra Mundial en la localidad italiana de Rapallo entre la joven República de Weimar y la Rusia bolchevique.
Alemania fue la gran derrotada del conflicto mundial. El Tratado de Versalles la condenó a la pérdida de sus colonias, de parte de su territorio en el este de Europa, de su ejército y al pago de grandes sumas económicas en concepto de reparaciones de guerra. Los alemanes estaban indignados.
Rusia, a pesar de encontrarse en el bando vencedor, fue otra de las damnificadas del conflicto. Sus aliados en las trincheras no le perdonaban que hubiese firmado la paz con los alemanes por su cuenta, eliminando asà el frente del este, los rusos no se fiaban de las naciones capitalistas por su apoyo a los rusos blancos, opositores del gobierno revolucionario durante la guerra civil rusa.
El Tratado de Rapallo: el pacto de los apestados
En 1922 los socialdemócratas ocuparon puestos de importancia en el Reich. Cabe destacar a Walther Rathenau, nombrado ministro de Asuntos Exteriores, donde consiguió reducir las reparaciones de guerra. De marcado carácter pro-occidental, se afanó en congratular a Alemania con Gran Bretaña, EEUU y la siempre difÃcil Francia. Para ello, concibió la idea de crear un consorcio de potencias capitalista para la reconstrucción de Rusia o lo que es lo mismo: minar a la joven nación bolchevique desde dentro haciendo que dependiese económicamente del capital occidental. Convenció al primer ministro británico, Lloyd George, que hizo suyo el plan y convocó una conferencia de paÃses europeos en Génova donde estarÃan todos reunidos por primera vez.
El 10 de abril de 1922 se inauguró la Conferencia de Génova con la gran expectativa de la paz en Europa tras el desastre de la I Guerra Mundial. Esa era la escusa oficial.
El plan de Lloyd George era la reconstrucción de Rusia por potencias capitalistas. Con ese fin debÃa atraer a Rusia hacia su lado haciéndola creer que ella también tenÃa derecho a reparaciones de guerra por parte de Alemania dado que se encontraba en el bando de los vencedores de la contienda. Para ello, los rusos debÃan ceder en el asunto de las compensaciones a Francia por los embargos de las empresas durante la Revolución, la mayorÃa de capital francés. Los franceses en cambio no veÃan con buenos ojos esta conferencia, no estaban muy satisfechos con lo acordado en Versalles con respecto a su frontera con Alemania y querÃan que la conferencia fracasase para, utilizando las reparaciones de guerra, hacerse con territorio alemán al otro lado del Rin.
El primer ministro británico centró sus esfuerzos en convencer a los rusos, dejando para el final a los alemanes y a los franceses. Si tenÃa éxito, los alemanes saldrÃan ganando con diferencia y los franceses no les quedarÃa otra opción que plegarse a la decisión de la mayorÃa.
Ante esta situación, los alemanes comenzaron a ponerse nerviosos. Los rumores empezaban a llegar a sus oÃdos: le a los rusos les ofrecÃan reparaciones de guerra. No se lo podÃan creer. Otra vez ultrajados como en Versalles. ¿SerÃa Capaz Lloyd George de traicionarlos? Los rumores siguieron incrementándose: las potencias occidentales y la Rusia bolchevique habÃan llegado a un acuerdo. Rathenau intentaba en vano ponerse en contacto con el premier británico. Los teutones estaban desolados. Cansados y con la sensación de haber sido traicionados se retiraron a dormir.
Unas horas más, tarde la delegación alemana recibió una llamada por parte del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Chicherin. Este les emplazaba a reunirse con él al dÃa siguiente, en el balneario donde estaban alojados, Rapallo. Esta convocación les desconcertó por completo. ¿A caso no habÃan llegado a un acuerdo con el resto de potencias? Rathenau quiso informar inmediatamente a Lloyd George pero el canciller del Reich, Wirth, se lo impidió.
Los rusos se habÃan percatado de las intenciones británicas. Aprovecharon la animosidad entre las naciones vencedoras de la I Guerra Mundial y Alemania para pactar con esta última y asÃ, no verse rodeada de potencias capitalistas que sin duda alguna, acabarÃan siendo hostiles con la nación comunista.
En Rapallo las negociaciones fluyeron con amabilidad y entendimiento. Para la tarde ya se habÃa firmado un tratado de paz, el Tratado de Rapallo. En él se reconocÃan los territorios de cada nación, se entablaban relaciones diplomáticas entre ambas y se comprometÃan a cooperar económicamente.
Erróneamente a lo que se cree, el Tratado de Rapallo no contenÃa ninguna clausula secreta o militar. Establecieron en territorio soviético bases de aviación, artillerÃa y de pruebas de gases de combate. En ellas se fabricaban armamento y se instruÃa a oficiales del Reichwehr. Los rusos a cambio sacaron entrenamiento en combate para los oficiales del Ejército Rojo, asà como de conocimientos tecnológicos de la fabricación de material de guerra.
Autor: Ignacio Pérez Pascual para revistadehistoria.es
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BibliografÃa:
Haffner, Sebastian. El pacto con el diablo. 1988. Ediciones Destino. ISBN8423339297