Para 1864, la guerra había dejado un saldo de cientos de miles de muertos y heridos. El frente oriental, que abarcaba los estados de Virginia y Maryland, era testigo de un sangriento estancamiento entre las fuerzas de la Unión bajo el mando de Ulysses S. Grant y el ejército de Robert E. Lee. Mientras tanto, el frente occidental, bajo la dirección de Sherman, experimentaba un avance constante hacia el corazón del territorio confederado. La captura de Atlanta en septiembre de ese año representó un duro golpe para la Confederación, y la moral del Norte recibió un gran impulso, influyendo en la reelección de Lincoln como presidente.
El concepto de guerra total: estrategia de Sherman
Sherman creía firmemente que la guerra debía ser llevada a las puertas de la población civil sureña. Según su perspectiva, no bastaba con derrotar a los ejércitos confederados en el campo de batalla. Para asegurar una victoria definitiva, era necesario destruir la infraestructura que sostenía el esfuerzo bélico del Sur, socavando tanto su capacidad económica como la voluntad de la población civil de seguir apoyando la guerra.
Con la toma de Atlanta, Sherman tenía dos opciones: avanzar hacia el norte para unirse a las tropas de Grant o dirigirse hacia el sur, penetrando el corazón de Georgia, donde la resistencia era limitada. Decidió lo segundo, confiando en que un avance a través del estado tendría un impacto devastador. Al cortar las líneas de suministro y destruir la infraestructura económica, pretendía aislar a las fuerzas confederadas y privarlas de cualquier apoyo logístico.
La planificación de la marcha comenzó inmediatamente después de la caída de Atlanta. Sherman organizó a sus hombres en dos columnas principales, cada una compuesta por decenas de miles de soldados experimentados. El ejército estaba dividido en cuatro cuerpos: el XV y el XVII al mando del mayor general Oliver O. Howard, y el XIV y el XX dirigidos por el mayor general Henry W. Slocum. Esta estructura le permitió a Sherman mantener una flexibilidad táctica y responder a cualquier intento de resistencia confederada en su camino.
El inicio de la marcha: destrucción planificada
El 15 de noviembre de 1864, Sherman dio la orden de incendiar lo que quedaba de Atlanta. El objetivo no era solo destruir los arsenales y almacenes militares, sino también enviar un mensaje claro a la población sureña. “Dejaré a Georgia tan desolada que incluso los cuervos necesitarán llevar su propia comida”, declaró el general, resumiendo así su enfoque despiadado.
Las columnas de la Unión comenzaron a moverse hacia el sureste, avanzando a un ritmo de casi 20 kilómetros al día. A lo largo del camino, las tropas de Sherman destruyeron vías férreas, fábricas y puentes, utilizando una táctica conocida como “corbatas de Sherman”. Los soldados retiraban los rieles de las vías, los calentaban al rojo vivo y los doblaban alrededor de árboles, dejándolos inservibles. La infraestructura ferroviaria del Sur, crucial para el transporte de tropas y suministros, quedó completamente arruinada.
Además de destruir la infraestructura militar y económica, las tropas de la Unión confiscaron o destruyeron alimentos y provisiones. Granjas enteras fueron saqueadas, y las cosechas fueron quemadas para evitar que las fuerzas confederadas las utilizaran. Los soldados se alimentaban de lo que encontraban a su paso, llevando consigo solo el mínimo indispensable. Esta táctica de “vivir de la tierra” aumentó la velocidad de la marcha, ya que Sherman no dependía de largas líneas de suministro que pudieran ser atacadas por guerrilleros sureños.
El impacto psicológico en el Sur
La devastación causada por la marcha no solo afectó a la infraestructura y los recursos económicos del Sur, sino que también tuvo un impacto psicológico profundo. A medida que las tropas de la Unión avanzaban, el temor y la desesperación se apoderaban de la población civil. Los rumores sobre el avance implacable de Sherman se propagaban rápidamente, creando un clima de pánico.
Para muchas comunidades sureñas, la guerra había sido hasta entonces una realidad distante, confinada a los campos de batalla. Sin embargo, con la llegada de la marcha, la guerra se convirtió en una amenaza directa y palpable. Las plantaciones, el símbolo de la riqueza y el poder del Sur, fueron devastadas. Las familias que durante generaciones habían dependido de la esclavitud como base de su economía vieron cómo su modo de vida se desmoronaba ante la vista de un ejército que no mostraba piedad.
Resistencia confederada: escaramuzas y guerrilla
Aunque el ejército confederado bajo el mando de John Bell Hood había sido expulsado de Georgia, la resistencia no desapareció por completo. Guerrillas y pequeños destacamentos de caballería acosaban constantemente a las fuerzas de Sherman, atacando columnas de suministros y hostigando a los flancos de su ejército. Sin embargo, la resistencia organizada era limitada. Las fuerzas confederadas no contaban con suficientes tropas para enfrentar a los 60,000 hombres de Sherman de manera efectiva.
El general confederado Joseph Wheeler, al mando de la caballería, intentó detener el avance en varias ocasiones, pero fue superado y forzado a retroceder. Los pocos enfrentamientos que se produjeron, como la batalla de Griswoldville el 22 de noviembre, fueron rápidamente sofocados. La campaña de Sherman avanzaba casi sin oposición, lo que contribuía a la percepción de que la Confederación estaba a punto de colapsar.
Llegada a Savannah: un regalo para Lincoln
Después de seis semanas de destrucción sistemática, el 21 de diciembre de 1864, las tropas de Sherman alcanzaron las afueras de Savannah. La ciudad, un puerto clave para el comercio y las operaciones militares del Sur, fue rápidamente rodeada. Las fuerzas confederadas, superadas en número y sin posibilidad de refuerzos, se rindieron sin ofrecer resistencia significativa. Sherman envió un telegrama a Lincoln, anunciando la captura de Savannah como un “regalo de Navidad”. La caída de la ciudad marcó el éxito completo de la campaña y dejó al Sur aún más debilitado.
Impacto y consecuencias de la Marcha hacia el Mar
La Marcha de Sherman hacia el Mar no solo devastó a Georgia, sino que también marcó un cambio crucial en la naturaleza del conflicto. La guerra se trasladó a la población civil, afectando no solo a los soldados, sino también a las comunidades que los sostenían. La estrategia de guerra total aplicada por Sherman sentó un precedente para futuros conflictos, en los que la distinción entre combatientes y no combatientes se desdibujaría aún más.
Con Savannah en manos de la Unión, Sherman dirigió su atención hacia Carolina del Sur, el primer estado en separarse de la Unión y considerado el núcleo ideológico de la Confederación. La devastación que su ejército llevó a Carolina del Sur en 1865 fue aún más intensa, impulsada por el deseo de castigar al estado que había iniciado la secesión.
El fin del conflicto
El impacto de la marcha de Sherman fue uno de los factores decisivos que aceleró el fin de la guerra. La Confederación, ya debilitada en el frente oriental por las batallas contra Grant, se enfrentaba ahora a un colapso total en su retaguardia. Los ejércitos confederados, aislados y sin recursos, no pudieron hacer frente a la doble presión de Grant en Virginia y Sherman en el sur profundo.
El 9 de abril de 1865, Robert E. Lee se rindió a Grant en Appomattox, marcando el fin efectivo de la Guerra de Secesión. Aunque las hostilidades continuaron en algunas regiones durante las semanas siguientes, la caída de Savannah y la devastación de Georgia fueron factores que contribuyeron decisivamente al desenlace final del conflicto.
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