En este sentido, la llamada Monarquía Católica (hoy, Reino de España ), dejó de ser una monarquía pactada y se transformó en un estado centralista, al mismo tiempo que la nueva alianza con París sustituyó a la vieja hermandad con Viena. De ahí que sea tan importante conocer sus causas y antecedentes.
La Guerra de Sucesión, un conflicto por largo tiempo anunciado
Aunque estos matrimonios se llevaron a cabo con la intención de refrendar con la mayor solidez posible los sucesivos tratados de paz entre España y Francia, por otra parte algo habitual en la diplomacia del siglo XVII, dejaban un portillo abierto a que en el futuro los Borbones descendientes de estas uniones pudieran reclamar el trono español, ocupado por la dinastía Habsburgo desde principios del siglo XVI.
Este peligro pareció mucho más evidente con ocasión del matrimonio entre el rey francés Luis XIV y la Infanta María Teresa de Austria, hija del monarca español Felipe IV, una consecuencia directa del tratado de paz entre España y Francia llamado de los Pirineos en 1659. No obstante, y como medida aconsejada por la prudencia, se había exigido a ambas Infantas una renuncia solemne a sus derechos sucesorios, que además había sido refrendada por las cortes castellanas y por lo tanto considerada como Ley Fundamental, a tenor del entramado jurídico imperante en Europa en aquella época.
Conspiraciones palaciegas y maniobras diplomáticas
Cada vez con más claridad, iban perfilándose dos candidatos a suceder a Carlos II: en principio el que parecía tener mejores derechos era el Archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I, tataranieto del rey español Felipe III y perteneciente a la rama austriaca de la familia Habsburgo. El otro posible heredero era el Duque Felipe D´Anjou, nieto del rey francés Luis XIV ( por lo tanto, Borbón ), y de la Infanta María Teresa de Austria, hija de Felipe IV.
Esta situación originó fuertes tensiones a lo largo de todo el reinado de Carlos II ( 1665 – 1700 ), tanto durante la regencia de su madre Mariana de Austria en los años de minoría de edad del rey como a lo largo de su reinado efectivo, y se materializó en un largo rosario de camarillas, intrigas y complots alrededor del propio monarca y también en maniobras y contramaniobras diplomáticas por parte de las cancillerías europeas, de forma especial la francesa y la austriaca, pues ambas se preparaban para recoger los despojos del Imperio español, que, aunque un coloso con pies de barro y en un más que evidente declive, aún era gigantesco en cuanto a la cantidad de territorios que estaban bajo su autoridad y en riquezas reales y potenciales. Esto originó que Austria, Francia y Holanda firmasen, todavía en vida de El Hechizado, hasta tres repartos de sus posesiones.
Al fin, muerto Carlos II el 1 de Noviembre de 1700, dejó como heredero al candidato francés, propiciando por tanto un cambio de dinastía. Felipe D,Anjou llegó a Madrid para ser coronado como Felipe V de España. El emperador austriaco Leopoldo I reclamó la herencia española para su hijo Carlos ( quien después sería proclamado rey de España en Viena, a fines de 1703 ), basándose sobre todo en la continuidad dinástica, las renuncias de las Infantas españolas y las presiones que al parecer los partidarios del Borbón habían ejercido sobre Carlos II en su lecho de muerte.
Autor: Juan José Plasencia Peña para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
CALVO POYATO, J.: La Guerra de Sucesión. Editorial Anaya. Madrid, 1993.
ELLIOTT, J.: Imperial Spain 1469 – 1716.Penguin Books. Londres, 2002.
FALKNER, J.: The War of the Spanish Succession 1701 – 1714. Pen and Sword Books Ltd. Londres, 2015.
Marco
25/11/2019 @ 19:34
El motivo que propició realmente el estallido de la guerra de Sucesión fue la falta de Luis XIV a sus promesas de no unir las dos coronas en una sola, la francesa borbónica, cuando declaró solemnemente que ya no existían los Pirineos. También fue muy activo diplomáticamente con Carlos II, para adelantarse a los Austrias. Carlos II, pese a sus limitaciones somáticas, fue un buen rey y reinó durante nada menos que 25 años, librándose de la pesada tutela de su madre, cosa nada fácil.