Durante los siglos XVI y XVII, el galeón español fue uno de los mayores exponentes de la capacidad naval del Imperio español. Estas imponentes embarcaciones desempeñaron un papel crucial en la expansión territorial y comercial de España, transportando riquezas, soldados y conocimientos entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En tiempos de colonización y comercio, los galeones se convirtieron en la espina dorsal de la flota, cuyo funcionamiento y vida a bordo representan un extraordinario testimonio del ingenio humano y de la capacidad para superar las adversidades del mar.
El galeón español era una combinación perfecta entre buque mercante y barco de guerra, un diseño que lo hacía tanto útil como letal en el contexto del siglo de Oro. Su capacidad para enfrentar a corsarios, sortear tormentas y cruzar grandes distancias mientras cargaba preciosos metales y especias lo convirtió en un símbolo del poderío español. Exploraremos el funcionamiento de estas máquinas majestuosas, detallando su construcción, organización interna, tripulación, navegación y la vida a bordo.
La construcción de un galeón era un proceso complejo y costoso que involucraba a numerosos expertos y oficios. Los astilleros españoles en el Cantábrico y en Andalucía, así como en territorios coloniales como Cuba y las Filipinas, fueron los centros neurálgicos donde se forjaban estas embarcaciones. La madera utilizada en su construcción, principalmente de roble, pino y encina, debía ser seleccionada cuidadosamente. El roble proporcionaba una resistencia estructural inigualable, mientras que el pino era empleado para los mástiles debido a su ligereza y flexibilidad.