La Unión Soviética buscaba consolidar su influencia en la región y garantizar su seguridad frente a posibles amenazas. La negativa de Finlandia a ceder territorios derivó en una ofensiva que, en un principio, parecía destinada a una rápida victoria. Sin embargo, la resistencia finlandesa y el conocimiento del terreno convirtieron la campaña en una lucha prolongada e inesperadamente costosa para los atacantes.

El conflicto ártico: la Guerra de Invierno entre Finlandia y la Unión Soviética
El 30 de noviembre de 1939, el Ejército Rojo inició su ofensiva con una abrumadora superioridad numérica y material. Sin embargo, el invierno extremo, con temperaturas por debajo de los -40 °C, y la tenacidad de los defensores complicaron el avance soviético. Las tropas finlandesas utilizaron su conocimiento del entorno para lanzar ataques sorpresa, empleando tácticas de guerrilla y movilidad en esquís para hostigar al enemigo.