El apogeo del Califato de Córdoba coincide con los reinados de Abderramán III (929-961) y su hijo Alhakén II (961-976).
Estos soberanos sustituyeron a la aristocracia de origen árabe por una nueva procedente de esclavos y libertos de origen europeo que reformaron progresivamente el califato llevando a cabo una centralización fiscal que gestionó de una manera tremendamente eficaz el cobro de los impuestos, diezmos, peajes, tasas aduaneras, derechos sobre mercados, joyas, etc… sometiendo a la contribución del Califato incluso a los cortesanos.
El apogeo del Califato de Córdoba
La abundancia y el desahogo dominan todos los aspectos de la vida; el disfrute de los bienes y los medios para adquirir la opulencia son comunes a los grandes y a los pequeños, pues estos beneficios llegan incluso hasta los obreros y los artesanos, gracias a las imposiciones ligeras, a la condición excelente del país y a la riqueza del soberano; además, este príncipe no hace sentir lo gravoso de las prestaciones y de los tributos.
El poder cultural de Córdoba se financió con el combustible comercial, que dotó a la ciudad una escuela de medicina, otra de traductores del griego y el hebreo al árabe, una universidad y 70 bibliotecas, una de las cuales llegó a albergar 400.000 volúmenes, un ambiente cultural que propició el fluir de los conocimientos greco-latinos (que se habían perdido en el resto de Europa), hacia los intelectuales árabes de la época.
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El Califato de Córdoba: la luz de Al-Ándalus - Revista de Historia
01/08/2023 @ 09:53
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