Darío III y Alejandro Magno: El Crepúsculo del Imperio Aqueménida

La sucesión de Artajerjes IV, hijo de Artajerjes III, fue corta y desastrosa, debido a su incapacidad para consolidar su poder. En medio de estas disputas, Codomano fue proclamado rey en el año 336 a.C. gracias al apoyo de los nobles persas que buscaban una figura fuerte y capaz de restaurar el orden. Tras asumir el nombre de Darío III, heredó un imperio vasto, pero fracturado, con muchas regiones al borde de la rebelión y gobernadores locales que desafiaban su autoridad. Lo que parecía una oportunidad para consolidar su control se convertiría pronto en un escenario de lucha desesperada contra una nueva amenaza exterior: Alejandro Magno.

Macedonia: Una Amenaza en el Horizonte

Mientras Darío III ascendía al trono, una amenaza crecía en el oeste. Filipo II de Macedonia había transformado a su reino en una potencia militar capaz de desafiar al poder persa. Fue bajo su liderazgo que se sentaron las bases de lo que sería la gran campaña de Alejandro en Asia.

Filipo II había soñado con una invasión de Persia, pero fue su hijo, Alejandro, quien llevaría ese sueño a la realidad. En 336 a.C., apenas unos meses después de que Darío III asumiera el trono, Filipo fue asesinado, y Alejandro se convirtió en el rey de Macedonia a la temprana edad de 20 años. A pesar de su juventud, Alejandro ya había demostrado su capacidad como estratega y líder en batallas como Queronea, donde había liderado la caballería macedonia contra las fuerzas combinadas de las ciudades griegas.

El ascenso de Alejandro no fue fácil; tuvo que consolidar su poder en Grecia y neutralizar rebeliones internas antes de embarcarse en su ambiciosa campaña contra Persia. Sin embargo, una vez asegurado su dominio, en 334 a.C., cruzó el Helesponto con un ejército relativamente pequeño pero altamente disciplinado y motivado, listo para desafiar al coloso persa.

La Primera Gran Batalla: El Gránico

El primer enfrentamiento entre las fuerzas de Alejandro y las de Darío III tuvo lugar en el río Gránico, en mayo de 334 a.C. Aunque Darío no participó personalmente en esta batalla, sus sátrapas locales lideraron un ejército numeroso para detener a Alejandro antes de que pudiera penetrar más profundamente en Asia Menor.

El Gránico fue una victoria decisiva para Alejandro. Las fuerzas persas, que confiaban en la tradicional caballería noble, fueron superadas por la táctica y la organización del ejército macedonio, especialmente la falange, una formación imbatible que combinaba movilidad y poder de choque. La victoria en el Gránico permitió a Alejandro tomar control de Asia Menor y demostró a Darío que su reino estaba en peligro.

La Reacción de Darío III

Darío III, al conocer la noticia de la derrota en el Gránico, comenzó a preparar una defensa más robusta. Persia contaba con vastos recursos humanos y materiales, y Darío confiaba en poder reunir un ejército lo suficientemente grande como para detener al avance macedonio. A diferencia de sus antecesores, Darío optó por enfrentar personalmente a Alejandro en batalla, y esto lo llevaría a una serie de encuentros decisivos.

La Batalla de Issos: Un Golpe al Corazón Persa

La batalla de Issos, en 333 a.C., fue el primer enfrentamiento directo entre Darío III y Alejandro. Darío reunió un inmenso ejército compuesto por soldados de todo su imperio, desde mercenarios griegos hasta arqueros y caballería persa. Confiante en su superioridad numérica, Darío estaba seguro de que podría aplastar al joven macedonio.

Sin embargo, la disposición del terreno en Issos jugó en contra de las vastas fuerzas persas, que se vieron confinadas entre montañas y el mar, lo que limitó su capacidad para maniobrar. Alejandro, consciente de esta ventaja, lanzó un ataque relámpago, dirigiendo su caballería directamente hacia el centro de las líneas persas, donde se encontraba Darío.

En un giro dramático, Darío abandonó el campo de batalla cuando vio que su ejército comenzaba a desmoronarse, dejando atrás su familia, que fue capturada por Alejandro. La huida de Darío, aunque comprensible ante el caos, fue vista como un acto de cobardía por muchos, debilitando su autoridad en el imperio.

La Diplomacia de la Desesperación

Tras la derrota en Issos, Darío intentó negociar la paz con Alejandro. Ofreció una gran suma de dinero, territorios al oeste del Éufrates y la mano de su hija en matrimonio. Sin embargo, Alejandro, confiado tras su victoria y con ambiciones mucho mayores, rechazó la oferta. Estaba decidido a no solo conquistar Persia, sino también a reemplazar a Darío como el gobernante del mayor imperio del mundo.

A pesar del rechazo, Darío no se rindió. Comenzó a reunir otro gran ejército, más vasto y diverso que el anterior, mientras Alejandro continuaba su avance hacia el corazón de Persia.

La Batalla Final: Gaugamela

La batalla de Gaugamela, en 331 a.C., selló el destino de Darío III y su imperio. A diferencia de Issos, Darío escogió cuidadosamente el campo de batalla, una vasta llanura que permitiría a su caballería y carros de guerra maniobrar libremente. Confiante en su ejército, que incluía elefantes de guerra y carros con cuchillas, Darío esperaba abrumar a las fuerzas de Alejandro.

Pero una vez más, la estrategia y el genio militar de Alejandro prevalecieron. Utilizando su falange y caballería para romper las líneas persas, Alejandro dirigió un ataque directo hacia Darío, quien nuevamente se vio obligado a huir. Esta vez, sin embargo, su huida significó el colapso definitivo de la resistencia persa.

El Final de Darío III

Tras la derrota en Gaugamela, Darío se retiró hacia el este con la esperanza de reunir más fuerzas, pero sus propios generales, cansados de la continua derrota, lo traicionaron. En el verano de 330 a.C., Darío fue asesinado por el sátrapa Bessos, quien esperaba ganarse el favor de Alejandro al entregar al rey persa muerto.

Sin embargo, Alejandro, lejos de recompensar a Bessos, lo castigó severamente por el asesinato de Darío, a quien aún consideraba un digno rival. El cuerpo de Darío fue tratado con respeto y enviado a la capital persa de Persépolis para ser enterrado con todos los honores.

El Impacto de la Caída de Persia

La muerte de Darío III marcó el fin del Imperio Aqueménida, un imperio que había dominado Asia durante más de dos siglos. Alejandro no solo conquistó Persia, sino que adoptó muchas de sus costumbres y gobernó como un rey oriental, integrando elementos persas en su propio imperio.

El enfrentamiento entre Darío III y Alejandro es recordado como uno de los choques de civilizaciones más significativos de la historia. El reinado de Darío III, aunque breve y marcado por la derrota, fue el último esfuerzo de Persia por resistir al avance del mundo helenístico.

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Para saber más y profundizar sobre el tema

Podcast: Alejandro Magno contra Darío III

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