Cuatro Emperadores
Así fue en la vida real. Hoy lo vamos a simular en el juego de estrategia Alea Jacta Est, encarnando a Vitelio quien tiene por objetivo, primero desbancar a Otón arrancándole de su posición en Roma, para posteriormente defenderse de los ataques que lance Vespasiano una vez venza a los judíos.
Diciembre del 68
«Muchas y muy diversas tradiciones existen acerca del origen de Vitelo; unas pretenden que fue antiguo y noble; dicen otras que reciente, obscuro y hasta abyecto».
Cayo Suetonio, Los doce césares.
Actuó con rapidez inusitada. Al saberse respaldado por las tropas apostadas en Britania, ordenó que partiesen de inmediato hacia Londinium, donde una flota proveniente de Gesoriacum los recogería. No sabía aún si esas tres legiones le serían de utilidad y también temía una posible revuelta en la isla, pero debía apostarlo todo a conseguir el trono imperial.
Las legiones apostadas en Germania, no se moverían; en diciembre del 68 el frío en la región aconsejaba eludir cualquier movimiento.
Sin embargo, Julio Blaeso y la potente legión I Itálica viajarían hacia el sur para tratar de actuar como avanzadilla.
Invierno del 69
«Al enterarse de la muerte de Galba puso en orden los asuntos de Germania y dividió sus huestes en dos cuerpos: uno que se adelantó marchando contra Otón y otro cuyo mando se reservó».
Cayo Suetonio, Los doce césares.
El único modo de destronar a Otón era sin duda sacarlo de la misma Roma. Obviamente, con los pies por delante. Había que actuar con la máxima rapidez, andes de que el usurpador fortaleciese su posición en la península Itálica y fuese más complicado vencerlo. Pero había un enemigo importante, implacable, un viejo conocido por todos los hombres de armas: el general invierno.
Vitelio tuvo que ser muy prudente y evitar que las nieves causasen más pérdidas en sus ejércitos que una cruenta batalla con el enemigo. Mientras las tropas de Otón descansaban tranquilas en las ciudades del cálido sur, los suyos debían realizar un largo, larguísimo periplo desde la fría Germania hasta el Mediterráneo. Un trayecto que, sin embargo, no podía evitarse.
Por delante del aspirante a emperador, el general Caecina (un viejo partidario de Galba que, acusado de apropiación de dinero público tomó partido por Vitelo) abre la marcha con tres legiones. Su objetivo es ir haciendo caer las ciudades leales a Otón. Aún falta para entrar en acción porque aunque ha avanzado más (estaba más al sur, donde el clima ha sido más favorable estos meses), todavía se encuentra en territorio afín a Vitelio.
Al haber sido el trayecto más liviano para los hombres, su ánimo y disposición para la lucha está casi intacto. Solo algunas deserciones entre los auxiliares y las bajas propias del desgaste por tanto movimiento han mermado su capacidad operativa. Caecina está dispuesto a enfrentarse ya mismo a tropas enemigas.
Sin embargo, la punta de lanza del ejército de Vitelio lo formaban Junio Bleso, el hombre al mando de la legión I Itálica. Estas unidades ya se encontraban, a finales de marzo, en las puertas de Génova, en la Galia Cisalpina. Ante la presencia de este ejército, la guarnición de la ciudad se parapetó en su interior. Junio Bleso, al llegar ante las murallas de la ciudad costera determinó no asaltarla pues sus hombres no parecían encontrarse en la mejor disposición después de tres meses de incesantes marchas. Así que decidió otorgarles unos días de descanso, no sin antes disponer la maquinaria de asedio.
Por otro lado, en este invierno Vitelio contrató a dos unidades de mercenarios, una de caballería germana y otra, también de caballería, gala. Su misión sería la de hacer de exploradores. En marzo, los galos llegaron a Tausatia, un punto importante al otro lado de los Alpes, paso obligatorio para adentrarse en el corazón de la Cisalpina, con la idea de vigilar posibles movimientos de las tropas de Otón. Mientras, los germanos, mucho más al norte, localizaron en Vindonisa a un ejército de Otón en el cual se incluía la legión XI Claudia.
Correspondería a Vitelio decidir qué hacer con estas informaciones.
Primavera del 69
«Llegado a la llanura donde se dio la batalla, vio a algunos de los suyos que retrocedían con horror ante los cadáveres en putrefacción; entonces dijo esta frase execrable “El enemigo muerto siempre huele bien, y mejor aún si es ciudadano”».
Cayo Suetonio, Los doce césares.
La primavera traería los primeros enfrentamientos armados. En concreto, la primera lucha aconteció en Genua (Génova) el 12 de abril, cuando dos legiones otomanas llegaron a la ciudad que asediaba Junio Blaeso con la I Itálica y tras las auxiliares galas. Al ver la situación, el general Licinio Próculo mandó a las dos legiones bajo su mando junto a las unidades de la guarnición.
Ante la superioridad numérica (más de treinta mil hombres contra apenas once mil) Junio Bleso trató de retirarse, sin embargo se vio forzado a pelear y, aunque técnicamente la batalla acabó en derrota y fueron ellos quienes abandonaron el campo de batalla, causaron más de cuatro mil bajas en el enemigo, casi el doble de las sufridas y, en general, se puede decir que fue una derrota más que honrosa.
En cuanto a las tropas principales, las de Vitelio y Caecina, ambos ejércitos han seguido avanzando hacia su destino final: Roma, la capital del imperio.
Caecina y sus legiones, que abren la marcha, cruzó los Alpes en una purísima marcha que le llevó todo el mes de abril. Pese a tener una climatología realmente fantástica, el camino resultó muy penoso para sus hombres y, sobre todo las tropas auxiliares, sufrieron muchísimas deserciones. Sin embargo llegó al otro lado de las imponentes montañas el primero de mayo y unos días días después, al finalizar los idos, se encontraba ante las murallas de Taurasia. Debido al cansancio, las tropas se limitaron a acampar en las afueras de la ciudad y esperar a encontrarse en una mejor situación para afrontar el asalto. Tras aguardar tres semanas, viendo que muchas de sus unidades seguían todavía no se habían recuperado del paso montañoso, decidió emplear en el asalto solo a dos de sus legiones y a los arqueros, dejando que la V Macedonia y el resto de auxiliares siguieran reposando.
Taurasia cayó con suma facilidad.
Enterado de ello Vitelio, pese a que la prudencia y la necesidad aconsejaban dejar de lado este incidente, tal vez para demostrar a sus tropas de procedencia germánica que los tenía en alta consideración, se empeñó en dar un rodeo e ir hasta el mismo lugar donde se produjo la batalla e intentar vengar a los mercenarios. Lo consiguió, pero a un coste alto en vidas (más de cuatro mil hombres perdidos) y también en tiempo ya que tuvieron que parar la marcha el resto del mes. Tres semanas de inactividad que retrasaron mucho su desplazamiento hacia Roma.
Pero no solo los movimientos militares y las batallas de las tropas de Vitelio son importantes. Otros hechos, de armas o no, también tienen que ser tenidas en cuenta.
En mayo, llega el rumor a las huestes vitelianas de que el general Vespasiano ha subyugado a los judíos atrincherados en Hieroslyma (Jerusalén), por lo que a la revuelta contra Roma parece controlada en Oriente. Esto implicará, sin duda, una fuerte subida de moral entre los partidarios de este general y, muy probablemente, su postulado también al trono imperial.
En los meses anteriores, la facción de Vitelio ha contratado distintas unidades de caballería bárbara, algunos de los cuales han servido, como se ha visto, como exploradores. Los últimos en unirse son una partida de caballería bátava instalada en sus tierras, al norte, en la desembocadura del Rin.
También se han celebrado juegos menores para incrementar las moral de los hombres. Y, a principios de mayo, se vendieron a los prisioneros capturados en la batalla de Genua, reforzándose así la posición económica de la facción.
Fin de la Primer Parte.
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