Cuatro Emperadores: Verano del 69
«Durante todo el camino atravesó las ciudades montado en carro triunfal y los rÃos en las más esplendidas barcas, cuidadosamente adornadas con flores y coronas y cargadas con el aparato de espléndidos festines».
Cayo Suetonio, Los doce césares.
El calor sofocante trae la deserción de algunos de los bárbaros aliados con Vitelio. También llegan noticias de que la facción vespasiana se enfrenta a problemas similares.
Vitelio no se pone nervioso; fue previsor y las tres legiones de Britania quedaron en retaguardia para solventar posibles problemas. El general sabe muy bien de la facilidad con la que cambian los apoyos con este tipo de gente. Dos de las legiones, la II Augusta y la IX Hispana viajaron a la Germania Inferior y aguardan en Novaessium movimientos de los bárbaros cuyo ejército principal está un poco más al norte, en Noviomagus. El objetivo de estas tropas es mantener el asentamiento romano más importante: Colonia Agrippina (el nombre de esta ciudad se debe a la mujer del emperador Claudio quien le cambió el nombre en el año 50). Mientras, en Britania permanece la XX Valeria Victrix estacionada al norte de Londinium a la espera de que los brigantes realicen algún movimiento.
En todo el verano los bárbaros no hacen movimiento alguno; en ambas zonas se plantea una calma tensa que puede explotar en cualquier momento.
Vitelio tiene un motivo de preocupación más importante que los bárbaros en la retaguardia. Sabe que debe llegar a Roma antes de que se le eche encima el invierno o tendrá que esperar a la siguiente primavera, dando una ventaja a los partidarios de Vespasiano que podrÃa costarle muy cara. No dejan de llegar rumores avisando de los triunfos del general que se halla en Oriente sofocando la revuelta judÃa.
Al iniciarse el mes de julio se halla al norte del lago Lemán y en solo cinco dÃas alcanza Ginebra. Sus tropas están exhaustas y tiene que descansar allà todo lo que queda de mes y, también, el siguiente. No será hasta inicios de septiembre cuando se pone en marcha hacia Génova. Un par de tormentas al cruzar los Alpes le ponen nervioso y ordena marcha forzada para llegar cuanto antes al Mediterráneo. El temor por la llegada del frÃo se acentúa y sabe que, una vez cruzada la imponente cordillera alpina todo será más fácil.
Sin embargo, al llegar a Génova sus hombres están nuevamente tan cansados que iniciar un asalto parece cosa de locos. Se construye la maquinaria de asedio y Vitelio da órdenes de descansar. El buen tiempo ha regresado y con él, el optimismo general.
Caecina, por su parte, unifica de nuevo a todas las legiones bajo su mando. Eso ocurre a principios de julio. Tras ello, marcha hasta Placentia, donde el objetivo es derrocar a la guarnición de inmediato.
Pero ocurre un imprevisto: el general viteliano enferma, tiene fiebres y un malestar que le impide salir de su cama. Las tropas bajo su mando dudan si solicitarle llevar adelante el asalto con él indispuesto o esperar a que se reponga. Gaio Dilo Vocul, el hombre que comanda la XXII Primigenia, la mejor legión en la zona, toma la decisión de esperar.
Eso hace que hasta principios de septiembre no se produzca un asalto que resulta un paseo para los vitelianos. Caecina, repuesto, agradece la espera para asà recuperar fuerzas no solo él sino también las tropas.
Otoño del 69
«Entró al fin en Roma, (…). Mostró constantemente profundo desprecio por las leyes divinas y humanas; tomó posesión del pontificado máximo el dÃa del aniversario de la batalla de AlÃa: dio las magistraturas por diez años y se estableció cónsul perpetuo».
Cayo Suetonio, Los doce césares.
La carrera hacia Roma se ha disparado. ¿Llegará antes el propio Vitelio o su lugarteniente Aulo Caecina Alieno? Lo importante es llegar, y lo antes posible; tomar la ciudad es requisito indispensable para obtener alguna posibilidad de sostener el imperio bajo el poder de la facción.
Por su parte, Vitelio avanza por la costa hasta Pisa. Al llegar a las puertas de la ciudad, contra toda lógica, decide que sus tropas están demasiado cansadas y lo mejor es tomarse un descanso. En realidad sus hombres están bastante fresco y es el propio Vitelio quien, harto de tanto viaje y tanto asedio, se siente agotado y prefiere descansar.
En el norte, en Britania, los rebeldes toman la decisión de bajar hacia el sur y toman la ciudad de Lindum frente a la escasa guarnición que la protege. El ejército de Caledonia al mando de Coelio decide permanecer en Londinium y esperar a los numerosos rebeldes atrincherándose para poder hacer frente a su superioridad numérica.
Las tropas bárbaras no tienen un gran entrenamiento y sus tácticas de ataque parecen básicas; tampoco gozan de un lÃder que las comande con inteligencia hasta convertir a los hombres en más diestros de lo que son. Frente a ellos, los romanos están bien atrincherados y en el interior de la fortaleza. Solo la abrumadora superioridad numérica de ocho a uno inclina la balanza hacia los asaltantes. Coelio, al sur, mira con inquietud moderada: él comanda a los hombres de la XX Valeria Victrix, una legión de Roma, y eso son palabras mayores.
Debido al contratiempo de Pisa, Caecina vuelve a tomar la iniciativa. Mientras Vitelio asalta dicha ciudad, Caecina llega a Pisa y sigue su camino, ahora por la costa, hasta las inmediaciones de Roma. El puerto de Ostia es su siguiente objetivo; desde allà podrá ver las afueras de la capital romana y prepararse para el asalto definitivo.
Vitelio… Vitelio duda. Vitelio prefiere que sea su subalterno quien asalte la ciudad. Si fracasa, lo intentará después él y, piensa, con las tropas de Otón ya algo mermadas, un segundo ataque tendrÃa más posibilidades de salir victorioso. Una especulación como otra cualquiera. Puede que tenga razón o que la gloria de la conquista de Roma recaiga sobre Caecina. El tiempo dirá.
En el norte, tanto los bátavos como los britanos parecen tranquilos. Las nieves y los frÃos invernales también les afectan a ellos y eso da una tregua a los romanos en el limes.
Solo quedaba conquistar Ostia y la eterna Roma quedarÃa a los pies de Vitelio. Caecina, tras tomar el famoso puerto sin tener que recurrir a las armas, se adentró en los arrabales de la capital el 2 de diciembre. Frente a él Marco Iuno Silvano disponÃa de más hombres que el propio Caecina, pero la mayorÃa eran tropas de guarnición, no legiones curtidas y perfectamente pertrechadas. En la primera jornada, casi veinticinco mil soldados perecieron, la mayorÃa, casi veinte mil, del bando otoniano. La primera resistencia estaba vencida, solo faltaba acabar de aniquilar a las huestes que aún defendÃan la candidatura de Otón.
En los dÃas siguientes, Otón no consigue recabar refuerzos; sus unidades se hallan demasiado lejos de Roma y todo parece perdido. Pese a lo claro de la situación, los hombres que defienden la capital son pertinaces y no venden fácilmente su piel. Tendrán que pasar seis dÃas y tres asaltos más hasta que el último de los defensores ha sido asesinado, tomado como prisionero o logra huir de la ciudad.
Con la captura de Roma y la ejecución de Otón, ya solo queda hacer frente a la amenaza de Vespasiano quien, aparentemente, sigue en Oriente Medio, terminando de acabar con la revuelta judÃa. Las tropas de Moesia ya han brindado su adhesión al general que tomó Jerusalén unos meses atrás, por lo que su poder militar es superior al de Vitelio. ¿Qué pasará? Es una especulación que queda fuera de lo que ha sido este año de los cuatro emperadores que ha sido solo de tres. Recordemos, Galba, Otón y, en el último momento, casi terminado el año, Vitelio (con la salvedad de que en el juego Galba es asesinado en diciembre del 68).
EpÃlogo
Se ha contado aquà la historia del año en que hubo cuatro emperadores. Bien es cierto que solo ha habido tres y, por tanto, falta uno, el cuarto y último, el que en la realidad venció a todos los demás y ostentó el poder imperial durante más tiempo: Vespasiano. En realidad la partida no termina con el final del año 69 d.C. sino que sigue durante el siguiente.
No, no se va a narrar aquà ni siquiera resumido qué es lo que ocurre. El propósito de este texto termina con el año. Solo voy a dar cuenta de lo que puede llegar a suceder.
Vespasiano ha doblegado a los rebeldes judÃos y las tropas romanas en MoesÃa, le han jurado lealtad. Ahora a ellos les queda desalojar a Vitelio de Roma y para lograrlo tendrán dos bazas muy fuertes con las que jugar. De un lado la aproximación por tierra, desde el este, llegando a la penÃnsula itálica por el noreste, por las importantes ciudades de Aquilea y Bolonia. Cuando eso ocurra, Vitelio tendrá que decidir cuántas tropas llevar para frenar esa amenaza, porque no puede desguarnecer Roma, por principio estratégico (jamás dejar sin defensa tu capital) como por la segunda amenaza de Vespasiano.
El juego no está ganado. Las espadas siguen en alto.
Cuatro emperadores es un AAR (After Action Report) del juego de la compañÃa Slitherine/Matrix Games Alea Jacta Est https://goo.gl/pcRb7C
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