El precio por su cabeza según la tesis de Adolf Schulten
Corocotta no fue un líder político, pues los pueblos cántabros eran independientes los unos de los otros y cada uno actuaba bajo su propia jurisdicción. Sí fue un guerrero y también un gran estratega. Tal vez fuese un general que consiguió frenar los impulsos y deseos del que sería después el primer emperador de Roma.
Aunque la rendición de la zona norte de la Península Ibérica no fue una tarea sencilla para Augusto, que vio cómo perdió durante la guerra hasta siete legiones y varios cuerpos de tropas auxiliares. Augusto puso precio a la cabeza de Corocotta, según la tesis del hispanista alemán Adolf Schulten, y el caudillo militar cántabro fue personalmente a cobrar su propia recompensa.
“Aquí me tienes, yo soy Corocotta; ahora págame lo que me debes”
El propio Augusto admiró su valentía y le pagó los 200.000 sestercios que se pedían por su cabeza, dejándole marchar con la recompensa. A partir de aquí no se sabe nada acerca del personaje que tuvo la osadía de presentarse ante el propio Augusto. Lo que sí se sabe es que la guerra terminó en el 19 a.C.
El legado de Corocotta
Según el libro “El Último Soldurio”, del escritor Javier Lorenzo, los soldurios fueron una élite de guerreros a la que probablemente perteneció Corocotta. Su característica principal residía en que entregaban su vida a un régulo, o jefe, poniendo a un dios como testigo, una tradición celta que con el tiempo terminó por disiparse.
El propio Julio César mencionó en su obra La Guerra de las Galias cómo 600 soldurios aquitanos murieron defendiendo a su régulo. Cuando los cántabros fueron finalmente conquistados, muchos de sus hombres entraron a formar parte de la guardia pretoriana por su entrega y su ferocidad en combate. Para concluir, solo decir que sabemos muy poco acerca de este héroe que puso en evidencia al mismísimo Augusto. Un héroe olvidado por la historia.
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