La Primera Dictadura de Cincinato
En el año 458 a.C., los ecuos, una tribu belicosa, lanzaron una invasión que puso a Roma en una situación desesperada. Con el ejército romano acorralado en el Monte Álgido, el Senado decidió nombrar a un dictador, una figura investida con poderes absolutos pero de carácter temporal, para hacer frente a la crisis. Lucio Quincio Cincinato fue llamado a asumir esta responsabilidad. En ese momento, Cincinato se encontraba trabajando en su modesta granja al otro lado del Tíber. Aceptó el cargo, abandonó su arado y se dirigió a Roma.
La Campaña Militar y la Modestia de un Líder
Cincinato organizó rápidamente un ejército de ciudadanos y marchó hacia el Monte Álgido. Su habilidad táctica y su liderazgo resoluto permitieron una victoria decisiva sobre los ecuos, liberando al ejército romano cercado y restaurando la seguridad en la región. Sin embargo, lo que realmente distinguió a Cincinato fue su acción posterior: tras apenas quince días en el poder, renunció a su dictadura y regresó a su granja, rechazando cualquier recompensa material.
Segunda Dictadura: Defensa de la Justicia
Cincinato fue llamado nuevamente al servicio de Roma en el año 439 a.C., en una situación política igualmente grave. Spurius Maelius, un rico plebeyo, había sido acusado de conspirar para hacerse con el poder mediante el suministro de grano a la plebe durante una hambruna. El Senado, temiendo una insurrección, otorgó otra vez a Cincinato poderes dictatoriales. Con su autoridad y prestigio intactos, Cincinato manejó la crisis con mano firme, restableciendo el orden sin recurrir a excesos.