En lo alto de una colina de 461 metros de altura, el castillo de Claramunt ofrece unas vistas privilegiadas de la comarca de la Anoia. De hecho, este punto estratégico formó parte de la marca del Condado de Barcelona para ahuyentar a los sarracenos.
De castillo de frontera dirigido por los caballeros de Claramunt durante los siglos X y XI pasó en la baja Edad Media a ser feudo de los Cardona, que con sus reformas quisieron dejar patente su gran poderÃo económico y capacidad de influencia.
Castillo de Claramunt: la atalaya de la Anoia
Cuando nos acercamos a la fortaleza también podemos ver los ábsides de la iglesia de Santa MarÃa, templo que lastimosamente resta parcialmente derruido. En el siglo XI se agrandó la primitiva iglesia prerrománica, convirtiéndose en un edificio de tres naves separadas por seis pilares en forma de cruz y planta basilical. En el ábside central se abren tres ventanas, mientras que en el ábside sur hay sólo una.
Detrás de la iglesia encontramos una pendiente de más de 4.000 m2 que conforman lo que en su dÃa fue el recinto inferior, aquella parte donde se alzaban las casas de los castellanos, los huertos, una balsa y otras dependencias.Â
La huella de los Cardona
De esta época data la segunda muralla, que incluye seis aspilleras adaptadas a las armas de fuego, la sólida fachada de entrada, la torre cuadrada norte y, como punto culminante de esta obra maestra, la torre decagonal, con muros de más de dos metros de espesor y una altura de 17 metros, siendo el punto más alto del castillo entonces. En su momento, se levantó hasta los 20 metros. En lo que hoy es la azotea se encontraban las estancias señoriales, que conectaban con esta torre maestra, último bastión del castillo.
Desde la terraza podemos disfrutar de una impresionante panorámica de la cuenca de Ódena y de la frondosidad de los alrededores, especialmente en primavera, donde los prados llenos de amapolas destacan sobre la gran extensión de pinares, perfilados también por campos de olivos y almendros.
En el interior del recinto superior, encontramos los espacios más propios de la logÃstica para garantizar el autoabastecimiento y la seguridad del recinto. AsÃ, en la sala grande, cubierta con una bóveda de cañón, se cree que estaban en la parte baja las caballerizas y en la parte alta, las estancias del cuerpo de guardia y de los servicios. Se calcula que en el castillo podÃan vivir entre 15 y 30 personas.
También encontramos los restos de una cisterna con capacidad para almacenar más de 130 m3 de aguas pluviales, mientras que en el patio interior habÃan silos, almacenes y una mazmorra que posteriormente desapareció.
De bien seguro que el lujo y la ostentación vestÃan estas paredes como era propio de los Cardona. Un refinamiento que no hubiera sido posible sin la abnegada labor de defensa y repoblación que llevaron a cabo anteriormente los Claramunt.
Autor: Iván Sánchez Raya para revistadehistoria.es
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