Auge y caída del Imperio Inca

El Imperio Inca, también conocido como Tawantinsuyu (las cuatro regiones en quechua), fue uno de los imperios más extensos y poderosos de América precolombina.

Con su capital en Cuzco, en la actual Perú, este imperio se extendió a lo largo de la cordillera de los Andes, desde el sur de Colombia hasta el norte de Chile y Argentina, abarcando también parte de Bolivia y Ecuador.

Auge y caída del Imperio Inca

La historia de los incas se remonta al siglo XIII, cuando, según la leyenda, Manco Cápac y Mama Ocllo emergieron de las aguas del Lago Titicaca para fundar la ciudad de Cuzco. Esta leyenda establece el origen mitológico de la dinastía inca, que gobernaría el imperio hasta su conquista por los españoles en 1532. Aunque la dinastía inca existía desde el siglo XIII, la verdadera expansión territorial del imperio comenzó en el siglo XV con el gobierno de Pachacútec.

El Imperio Incaico se caracterizaba por su compleja organización política, económica y social. El Sapa Inca, considerado descendiente del dios Inti (el sol), era el máximo gobernante y ejercía un poder absoluto. El imperio estaba dividido en cuatro regiones (suyus), cada una gobernada por un apu o gobernador. Estas regiones estaban subdivididas en provincias y comunidades locales.

El imperio tenía una economía basada en la agricultura, siendo el maíz y la papa los cultivos principales. Las técnicas agrícolas incas incluían la construcción de terrazas en las laderas de las montañas y la implementación de sistemas de irrigación. Además, los incas fueron expertos tejedores y orfebres, y producían artesanías de alta calidad.

La sociedad inca estaba organizada en ayllus, grupos de familias que compartían tierras y recursos. Los ayllus eran autosuficientes y colaboraban en el trabajo agrícola y en la construcción de infraestructuras como caminos y acueductos. A cambio de la protección y el acceso a infraestructuras, los ayllus estaban obligados a pagar tributos al Sapa Inca y a prestar servicio militar.

El imperio contaba con una extensa red de caminos conocida como Qhapaq Ñan, que conectaba las regiones del imperio y facilitaba la administración, el comercio y el movimiento de tropas. Además, los incas desarrollaron un sistema de comunicación basado en quipus, cuerdas anudadas de diferentes colores que permitían registrar información numérica.

Los incas adoraban a una variedad de dioses, siendo Inti, el dios sol, el más importante. Además de Inti, adoraban a la Pachamama (Madre Tierra), a la luna y a otros dioses relacionados con la naturaleza y la agricultura. Las celebraciones religiosas eran una parte esencial de la vida inca, y los sacerdotes realizaban rituales y sacrificios para asegurar la protección y el favor de los dioses.

El Imperio Incaico continuó expandiéndose y consolidándose hasta la llegada de los conquistadores españoles en 1532. A pesar de la resistencia inca, la superioridad tecnológica de los españoles, las enfermedades traídas por los europeos y las luchas internas en el imperio contribuyeron a su declive. Tras la captura y ejecución del Sapa Inca Atahualpa, el Imperio Incaico quedó bajo el dominio español, poniendo fin a una de las civilizaciones más destacadas de América precolombina.

¿Eres Historiador y quieres colaborar con revistadehistoria.es? Haz Click Aquí

Deja una respuesta

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies