Con su capital en Cuzco, en la actual Perú, este imperio se extendió a lo largo de la cordillera de los Andes, desde el sur de Colombia hasta el norte de Chile y Argentina, abarcando también parte de Bolivia y Ecuador.
Auge y caída del Imperio Inca
El Imperio Incaico se caracterizaba por su compleja organización política, económica y social. El Sapa Inca, considerado descendiente del dios Inti (el sol), era el máximo gobernante y ejercía un poder absoluto. El imperio estaba dividido en cuatro regiones (suyus), cada una gobernada por un apu o gobernador. Estas regiones estaban subdivididas en provincias y comunidades locales.
La sociedad inca estaba organizada en ayllus, grupos de familias que compartían tierras y recursos. Los ayllus eran autosuficientes y colaboraban en el trabajo agrícola y en la construcción de infraestructuras como caminos y acueductos. A cambio de la protección y el acceso a infraestructuras, los ayllus estaban obligados a pagar tributos al Sapa Inca y a prestar servicio militar.