La tensión entre las expectativas paternales y la inclinación intelectual de Schopenhauer resultó en un conflicto profundo. Su padre, amante de los viajes y el comercio, quería que Arthur experimentara el mundo práctico, lo que motivó varios viajes por Europa. Sin embargo, tras la muerte de su padre en 1805, probablemente por suicidio, Arthur finalmente pudo dedicarse al estudio, ingresando a la Universidad de Göttingen en 1809 para estudiar medicina y, más tarde, filosofía. Es en ese momento cuando Schopenhauer comienza a definir su camino hacia una visión del mundo completamente distinta a la de sus contemporáneos.
La Influencia de Kant y el Giro Hacia Oriente
La filosófica de Schopenhauer se asienta sobre las bases del pensamiento kantiano. Immanuel Kant había desafiado la idea de que podíamos conocer la realidad tal como es, sugiriendo en cambio que nuestra percepción está mediada por las categorías del entendimiento. Schopenhauer fue profundamente influido por esta visión, pero llevó las ideas de Kant a una dirección más radical. Mientras que Kant dejaba un espacio para la razón y la moral como medios para orientarnos en el mundo, Schopenhauer se mostraba mucho más escéptico y negativo.
A esta interpretación kantiana se le sumó una fuente de inspiración inesperada: la filosofía oriental. Durante sus estudios, Schopenhauer se familiarizó con los textos hindúes y budistas, lo cual fue extraordinariamente inusual para la Europa de su tiempo. En el Vedānta y en las enseñanzas del budismo, Schopenhauer encontró un eco a sus ideas sobre la vanidad del deseo y la futilidad de la existencia. A través de esta mezcla de pensamiento occidental y oriental, desarrolló su filosofía del “pesimismo metafísico”, donde el mundo es presentado como una manifestación de una voluntad irracional.
El Mundo como Voluntad y Representación
En su obra cumbre, El mundo como voluntad y representación, publicada en 1818, Schopenhauer presentó su filosofía fundamental. De acuerdo con Schopenhauer, el mundo es la manifestación de una fuerza irracional que él llamó “voluntad”. Esta voluntad es ciega y carece de propósito, y es la raíz del sufrimiento humano, ya que siempre busca satisfacerse pero nunca puede estar saciada. A diferencia de los pensadores ilustrados que consideraban la razón como la característica definitoria de la humanidad, Schopenhauer creía que la verdadera esencia de la vida era la lucha constante y el deseo insatisfecho.
La voluntad se expresa en todos los seres vivos y, de hecho, es la fuerza motriz de la naturaleza entera. Los humanos, atrapados por sus propios deseos, viven en un ciclo perpetuo de sufrimiento que solo puede mitigarse temporalmente mediante la satisfacción de esos deseos. Pero esta satisfacción es efímera, y así el sufrimiento regresa, dando lugar a lo que Schopenhauer describió como una existencia dominada por el dolor.
Estética, Moral y el Camino Hacia la Redención
Pese a su sombría visión del mundo, Schopenhauer identificó ciertas vías para aliviar el sufrimiento humano. En su filosofía, el arte, la compasión y la renuncia adquieren un papel central. El arte, en particular, es visto como una forma de escapar momentáneamente de la tiranía de la voluntad. La música, según Schopenhauer, es la más alta de las artes, ya que representa directamente la esencia de la voluntad sin pasar por el mundo de las apariencias.
La ética de Schopenhauer, por otro lado, se basa en el reconocimiento del sufrimiento común de todos los seres vivos. La compasión es la única base verdadera de la moral, ya que implica la negación del egoísmo y el reconocimiento de la unidad de la existencia. En esta visión, la verdadera virtud radica en renunciar a los deseos individuales y en reducir el sufrimiento de otros seres.
Schopenhauer también consideraba que el ascetismo, la negación voluntaria del deseo y el alejamiento de las preocupaciones materiales, podía ser un camino hacia la liberación. Este enfoque estaba claramente influenciado por su conocimiento del budismo y de las enseñanzas ascéticas orientales, que abogaban por la liberación del ciclo de sufrimiento a través de la renuncia.
Una Vida Solitaria y el Reconocimiento Póstumo
A lo largo de su vida, Schopenhauer tuvo que enfrentarse a la indiferencia e incluso al desprecio de la comunidad filosófica de su época. Su filosófica se oponía frontalmente al optimismo racionalista de figuras como Hegel, quien gozaba de una gran reputación académica. Schopenhauer, en su característica arrogancia, intentó desafiar a Hegel programando sus clases en la universidad al mismo tiempo que éste, esperando atraer a los estudiantes hacia su visión del mundo. El resultado fue desastroso: los estudiantes preferían asistir a las clases de Hegel, y Schopenhauer se encontró enseñando a salones vacíos.
Esta falta de reconocimiento llevó a Schopenhauer a una vida solitaria y misántropa, refugiado en sus lecturas, su filosofía y la compañía de sus perros, a quienes llamaba con nombres como “Atma”, en referencia al concepto hindú del alma. La marginalidad de su pensamiento durante gran parte de su vida contrasta con la influencia que comenzó a ejercer después de la publicación de una nueva edición de El mundo como voluntad y representación en 1844, momento en el cual las generaciones más jóvenes comenzaron a reconocer la profundidad de sus ideas.
Influencia en la Cultura y la Filosofía Posterior
Pese a ser ignorado durante la mayor parte de su vida, Schopenhauer se convirtió en una figura crucial para muchos pensadores y artistas del siglo XIX y XX. Friedrich Nietzsche, quien comenzó su carrera filosófica como un ferviente admirador de Schopenhauer, se refirió a él como su “educador”. Aunque posteriormente Nietzsche se alejaría de su pesimismo y criticaría la renuncia y el ascetismo propuestos por Schopenhauer, la influencia inicial del pensamiento schopenhaueriano es innegable.
En el campo de la literatura, autores como Leo Tolstoy, Thomas Mann y Marcel Proust encontraron en Schopenhauer una fuente de inspiración para explorar la condición humana y el sufrimiento inherente a la existencia. La visión pesimista del mundo también tuvo un profundo eco en la obra de Richard Wagner, cuya música refleja la lucha constante de la voluntad y la búsqueda de redención a través del amor y el sacrificio, temas claramente schopenhauerianos.
La psicología también recibió la influencia de Schopenhauer. Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, desarrolló su teoría de los instintos y el inconsciente en línea con la concepción schopenhaueriana de una fuerza irracional subyacente que gobierna nuestras acciones. Aunque Freud no mencionó a Schopenhauer directamente como una influencia, las similitudes entre ambos pensamientos son evidentes.
Repercusión en la Filosofía Contemporánea
El pesimismo de Schopenhauer, su énfasis en la irracionalidad de la voluntad y su atención al sufrimiento como un componente esencial de la existencia humana lo convierten en un precursor de la filosofía existencialista del siglo XX. Filósofos como Jean-Paul Sartre y Albert Camus, aunque no compartían completamente su visión, sí exploraron temas similares sobre la absurdidad de la existencia y la constante lucha del ser humano por encontrar significado en un mundo que parece carecer de él.
Igualmente, Schopenhauer fue una figura clave para el desarrollo de la filosofía de la voluntad de poder de Nietzsche, aunque éste la reinterpretó en un sentido más afirmativo y vitalista. Mientras que Schopenhauer postulaba la necesidad de renunciar a la voluntad como medio para evitar el sufrimiento, Nietzsche abogaba por una afirmación de la vida, incluso en su faceta más dura y dolorosa.
En el pensamiento contemporáneo, Schopenhauer sigue siendo una figura referencial para quienes buscan entender el lado oscuro de la condición humana. Su profundo escepticismo respecto al progreso y su cuestionamiento de las motivaciones humanas son recordatorios de la complejidad inherente a la existencia. Su filosofía, lejos de ofrecer consuelo, invita a una confrontación directa con el sufrimiento y la irracionalidad que subyace en nuestras vidas.
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