Alarico fue un rey visigodo que logró obtener de Roma lo que quería a cambio de la no devastación del territorio romano. Gracias a su amistad con Estilicón, el gran general imperial, impidió que otro godo con aviesas intenciones, Radagaiso, devastara Italia entera. Alarico era un hombre ambicioso que aspiraba a lograr por las buenas o por las malas las magistraturas y las riquezas que pretendía. Hoy veremos que al final tuvo que optar por las malas.
“establecerse en paz en Italia, viviendo con el pueblo romano, de manera que las dos naciones pudieran parecer una sola, mientras que si se hacía la guerra el que fuera capaz de vencer al otro podría con toda tranquilidad imponer su autoridad”.
El mismo cronista nos cuenta que el emperador contestó entonces:
“que Alarico con su nación, si eran capaces, reivindicasen como propias las provincias de los confines (Galia e Hispania), que él mismo había ya casi perdido y que estaban tomadas por la invasión de Geiserico, el rey de los vándalos”. (En Rosa Sanz, 2009, p. 120).
Estas declaraciones desesperadas nos dan una visión de cómo veía ya el Imperio la situación en el extremo Occidente. En estos momentos establece Jordanes la dominación visigoda de Hispania, fruto de esa concesión imperial que los godos creyeron además como sagrada por estar confirmada por un oráculo.
Alarico entra en Roma
Zósimo nos cuenta que cuando los senadores preguntaron a Alarico qué dejaba a los habitantes de Roma, éste respondió
“sus vidas”.
Alarico se sintió insultado por recibir aquel título de un títere y lo depuso en Rímini en el año 410, mandando a Honorio la diadema y la púrpura imperiales con una nueva proposición de acuerdo. El Imperio languidecía hasta el punto de que un rey godo ponía y quitaba emperadores y asediaba la Ciudad Eterna. El emperador, lejos de buscar el entendimiento, contrató mercenarios hunos para atacar a Alarico, unos hunos que fueron derrotados en batalla bajo el mando del general Saro.
Esto desencadenó el suceso que tuvo lugar en 410, esto es, el tercer asedio y saqueo de la ciudad. Fue un episodio atípico, ya que no hubo batalla, ni asalto durante la noche, ni rendición, ni entrega oficial de la ciudad por el Senado. Hubo acuerdos, sin duda, ya que los godos entraron en la ciudad en la noche del 24 de Agosto de 410 por la puerta Salaria. Procopio de Cesarea cuenta que fue una familia romana cristiana, la familia Anicia, la que abrió la puerta a los godos para evitar la masacre que el Senado, en su mayoría pagano, estaba dispuesto a asumir junto al emperador Atalo. Esto es asumible, ya que algunas basílicas cristianas extramuros fueron respetadas y sirvieron de refugio a los ciudadanos. Además, todos los senadores presumiblemente cristianos que quisieron pagar su rescate, fueron conducidos a las basílicas donde debían permanecer a salvo. El saqueo de Roma duró cuatro días y dos siglos más tarde, San Isidoro realzaría este suceso afirmando que
Joviano, emperador por error - Revista de Historia
19/07/2022 @ 13:30
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