Agripa, la mano derecha de Augusto

A través de la espesa niebla del tiempo, se vislumbra la figura de un hombre cuya habilidad tanto en la batalla como en el ámbito político y arquitectónico jugaron un papel crucial en la formación del Imperio Romano.

Su nombre era Marco Vipsanio Agripa, el amigo cercano y confidente del emperador Augusto, que ayudó a consolidar y expandir el imperio.

Agripa, la mano derecha de Augusto

Nacido en el año 63 a.C., Agripa provenía de una familia modesta sin vínculos con la aristocracia romana. Sin embargo, su talento y capacidad para sobresalir pronto le permitieron escalar los escalones del poder. Su educación se dio en el círculo íntimo de Cayo Octavio Turino (posteriormente conocido como Augusto), donde se forjó una sólida amistad que le permitiría destacar en la escena política y militar romana.

Agripa se casó tres veces, siendo su última esposa Julia, la hija de Augusto. Este matrimonio fortaleció aún más su relación con Augusto y resultó en cinco hijos, incluyendo a Agripina la Mayor, la madre del emperador Nerón.

Las campañas militares de Agripa, las Guerras Civiles (41-31 a.C.)

Durante las Guerras Civiles que siguieron al asesinato de Julio César en el 44 a.C., Marco Vipsanio Agripa emergió como un comandante y estratega excepcionalmente capaz en el bando de Octavio, el futuro emperador Augusto. Su participación en estas contiendas se extendió desde el año 41 hasta el 31 a.C., destacando en una serie de operaciones que demostraron su maestría en tácticas militares tanto terrestres como navales.

En el 41 a.C., Agripa ya servía a Octavio en un papel militar, participando activamente en la campaña contra Lucio Antonio, el hermano de Marco Antonio. Este último había formado una alianza con Octavio y Lépido para perseguir a los asesinos de César. Sin embargo, las tensiones entre ellos eran palpables. Lucio Antonio, apoyado por su hermana, la influyente Fulvia, se rebeló contra Octavio, iniciando la guerra conocida como el “Bellum Perusinum” o “Guerra de Perugia”. Agripa jugó un papel destacado en el asedio de la ciudad de Perusia, en el centro de Italia, y su captura en el 40 a.C. marcó el final de la resistencia de Lucio Antonio.

En el año 36 a.C., Octavio se enfrentó a otro desafío, esta vez de Sexto Pompeyo, el hijo de Pompeyo Magno y enemigo de César. Controlando Sicilia y la flota romana, Sexto Pompeyo amenazaba con cortar el suministro de grano a Roma, causando una crisis de hambre. Octavio envió a Agripa a luchar contra él. Con su talento para la estrategia naval y su habilidad para innovar – por ejemplo, implementó el “corvus”, una especie de puente abatible que permitía abordar y tomar los barcos enemigos – Agripa logró una victoria decisiva en la batalla de Nauloco. Con esta victoria, Sexto Pompeyo fue derrotado, y Agripa fue nombrado cónsul por su logro, consolidando su estatus como uno de los principales comandantes militares de Roma.

Este periodo de las Guerras Civiles culminó en el 31 a.C. con la famosa Batalla de Actium, pero las campañas previas y las victorias conseguidas por Agripa fueron fundamentales para Octavio. No solo permitieron a Octavio consolidar su poder en Italia y debilitar a sus oponentes, sino que también establecieron a Agripa como un general esencial en su camino a convertirse en el primer emperador de Roma.

La Batalla de Actium

La Batalla de Actium, que tuvo lugar el 2 de septiembre del 31 a.C., marcó el clímax de las luchas de poder que habían sacudido a Roma desde el asesinato de Julio César. En ella se enfrentaron las fuerzas de Octavio, el futuro emperador Augusto, y las de Marco Antonio y su aliada, la reina Cleopatra de Egipto. El hombre al mando de las fuerzas de Octavio en esta confrontación naval fue Marco Vipsanio Agripa, cuyo papel en la victoria fue crucial.

Agripa había demostrado su habilidad como comandante naval en la batalla contra Sexto Pompeyo años antes, y en Actium volvió a poner en práctica su conocimiento de la estrategia marítima. La batalla se libró en la entrada del golfo de Ambracia (en la actual Grecia occidental), donde la flota de Antonio y Cleopatra estaba anclada.

Agripa fue esencial en el desarrollo de la táctica de batalla. Al inicio, utilizó una estrategia de contención, bloqueando la salida del golfo y forzando a la flota de Antonio y Cleopatra a luchar en un espacio restringido, desfavorable para sus grandes barcos. Esto permitió a la más ágil flota de Octavio maniobrar con facilidad alrededor de los pesados barcos enemigos.

En el clímax de la batalla, cuando parecía que las fuerzas de Marco Antonio estaban ganando terreno, Cleopatra, en un movimiento inesperado, salió del bloqueo con sus 60 naves y huyó del campo de batalla. Marco Antonio, en un giro sorprendente, decidió seguir a Cleopatra, abandonando a sus hombres. Agripa aprovechó la confusión resultante en la flota enemiga, presionando el ataque y logrando una victoria decisiva para Octavio.

El resultado de la Batalla de Actium marcó el fin de Marco Antonio y Cleopatra, ambos de los cuales se suicidaron al año siguiente, y dejó a Octavio como el líder indiscutible de Roma. El triunfo llevó al fin de la era republicana y al inicio del Imperio Romano bajo Augusto.

Agripa, como arquitecto de esta victoria, se consolidó como uno de los generales más importantes de su tiempo. Su habilidad en la guerra y su lealtad a Octavio fueron instrumentales en la formación del Imperio Romano. Sin su contribución, la historia de Roma, y del mundo occidental, podría haber sido muy diferente.

Campañas en la Galia e Hispania (27-20 a.C.):

Tras la Batalla de Actium en el 31 a.C., Marco Vipsanio Agripa se embarcó en una serie de campañas en la Galia e Hispania, con el objetivo de consolidar el control romano en estas regiones y pacificar a las tribus locales que aún resistían la dominación de Roma.

En la Galia, la tarea de Agripa fue crucial para establecer una administración efectiva y asegurar las fronteras de las provincias romanas. Una de las estrategias más notables que implementó fue la construcción de una red de carreteras, que permitía la rápida movilización de las tropas romanas en caso de rebelión y también mejoraba la comunicación y el comercio entre las diferentes regiones. Durante su mandato, se construyeron carreteras vitales como la Via Agrippa, que conectaba la ciudad de Lyon con el Canal de la Mancha.

Después de pacificar la Galia, Agripa se dirigió a Hispania en el año 19 a.C. En aquel momento, Hispania estaba dividida en varias provincias romanas, pero algunas partes de la región, especialmente en el noroeste, aún no estaban totalmente bajo control romano.

Guerras Cántabras

Las Guerras Cántabras, que tuvieron lugar entre el 29 y el 19 a.C., fueron una serie de conflictos militares en los que Roma, bajo el mando de Octavio Augusto y sus generales, incluyendo a Marco Vipsanio Agripa, se enfrentó a las tribus cántabras y astures del norte de Hispania. El objetivo de Roma era subyugar estas tribus y consolidar su control sobre toda Hispania.

Agripa llegó a Hispania en el 19 a.C., en las etapas finales de las Guerras Cántabras, y jugó un papel crucial en la fase final de la campaña. Entre las tribus contra las que luchó Agripa estaban los cántabros, que habitaban la región costera del norte de Hispania, en lo que ahora es Cantabria y parte de Asturias y el País Vasco. Los cántabros eran conocidos por su espíritu independiente y su resistencia a la dominación romana, y fueron los protagonistas de una resistencia feroz contra las fuerzas de Roma.

Otra tribu contra la que luchó Agripa fueron los astures, que vivían en el interior montañoso del norte de Hispania, en lo que ahora es Asturias y parte de León. Al igual que los cántabros, los astures también se resistieron a la dominación romana, pero finalmente fueron sometidos por las fuerzas romanas bajo el mando de Agripa.

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