Abu Simbel fue erigido por Ramsés II, conocido como el “Rey Constructor”, tras la famosa batalla de Qadesh, y es y será, una de las grandes joyas del desértico país africano.
El templo mayor, custodiado por cuatro imponentes estatuas de Ramsés II, fue construido por este al sur de Egipto, a finales del siglo XII a. C., para conmemorar la batalla que libró en tierras de Canaán contra uno de sus mayores enemigos: los Hititas.
Abu Simbel
Al encontrarnos frente a esta estructura excavada en piedra, lo que realmente impresiona son sus enormes dimensiones y su casi perfecto estado de conservación. Para hacernos una idea de sus dimensiones, este speo llega a medir unos 33 metros de altura y cada uno de los cuatro colosos que flanquean la puerta de entrada unos 22. Cada uno de ellos viste la famosa corona unificadora del alto y bajo Egipto, complementando su atuendo con el nemes y la falda característica de la época. Unas estatuillas de los miembros familiares terminan de detallar la imponente fachada del complejo.
En su interior, una oscura sala hipóstila salvaguardada por ocho efigies del mítico faraón, encierran las historias de una de las batallas más famosas de la época antigua; aunque eso sí, los jeroglíficos que narran la victoria de los egipcios ante los Hititas no sirven más que para distorsionar la realidad, ya que esta batalla acabaría con un tratado de paz entre las dos grandes civilizaciones.
Adentrándonos en lo más profundo del templo nos encontramos con una segunda sala hipóstila, más pequeña que la primera, que da cabida a su última instancia: un santuario que conserva cuatro recreaciones de Ra, Ptah, Amón y Ramsés.
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