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Abu Simbel: Majestuosidad del Antiguo Egipto

Abu Simbel: Majestuosidad del Antiguo Egipto

Fundado por el faraón Ramsés II en el siglo XIII a.C., Abu Simbel es uno de los mayores testimonios de la magnificencia del Antiguo Egipto.

Se ubica en el sur de Egipto, cerca de la frontera con Sudán, y es mundialmente conocido por sus dos templos excavados en la roca, el Templo de Ramsés II y el Templo de Nefertari.

Abu Simbel: Majestuosidad del Antiguo Egipto

Ramsés II, también conocido como Ramsés el Grande, fue uno de los faraones más poderosos y prolíficos de la dinastía XIX. Durante su reinado, que duró más de seis décadas, ordenó la construcción de numerosos monumentos y templos. Los Templos de Abu Simbel son, sin lugar a dudas, entre sus logros más grandiosos.

El Templo de Ramsés II, también conocido como el Gran Templo, es un espectáculo para la vista. Tallado en una montaña de arenisca, el templo se encuentra resguardado por cuatro colosales estatuas sentadas de Ramsés II, cada una de las cuales mide más de 20 metros de altura. Estas estatuas majestuosas son una personificación de la autoridad y el poder del faraón. El templo fue dedicado a los dioses más venerados de la época: Amón, Ra-Horajty, Ptah y al propio Ramsés II, deificado.

El interior del templo está compuesto por una serie de salas y cámaras, ricamente adornadas con bajorrelieves y pinturas. La mayoría de estos detallados grabados representan a Ramsés II en batallas y ceremonias religiosas, proyectando su imagen de guerrero y gobernante divino. Destaca la representación de la famosa batalla de Qadesh, en la que Ramsés II luchó contra los hititas.

El segundo templo de Abu Simbel, conocido como el Templo de Nefertari, es igualmente impresionante. Nefertari, la esposa favorita de Ramsés II, es la primera reina de Egipto a la que se le dedicó un templo de tamaño y grandiosidad comparables a los dedicados a un faraón. La fachada del templo está adornada con seis estatuas colosales, cuatro de Ramsés II y dos de Nefertari, todas del mismo tamaño, lo que demuestra la alta estima que Ramsés II tenía por su reina. Este templo fue dedicado a la diosa Hathor y a la propia Nefertari.

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Abu Simbel no solo impresiona por su grandiosidad, sino también por el excepcional logro de ingeniería que implicó su traslado en la década de 1960. Con la construcción de la presa de Asuán y la creación del lago Nasser, los templos de Abu Simbel estaban en peligro de ser sumergidos bajo el agua. En una operación sin precedentes, la UNESCO emprendió un proyecto de rescate y reubicación que duró cuatro años, desde 1964 hasta 1968. Los templos fueron cuidadosamente desmontados, piedra por piedra, y reconstruidos en una plataforma artificial, a 65 metros sobre su ubicación original y 210 metros hacia el oeste, salvándolos de la inundación y preservándolos para las futuras generaciones.

Abu Simbel no solo impresiona por su grandiosidad, sino también por el excepcional logro de ingeniería que implicó su traslado en la década de 1960. Con la construcción de la presa de Asuán y la creación del lago Nasser, los templos de Abu Simbel estaban en peligro de ser sumergidos bajo el agua. En una operación sin precedentes, la UNESCO emprendió un proyecto de rescate y reubicación que duró cuatro años, desde 1964 hasta 1968. Los templos fueron cuidadosamente desmontados, piedra por piedra, y reconstruidos en una plataforma artificial, a 65 metros sobre su ubicación original y 210 metros hacia eloeste.

El proceso de desmantelamiento comenzó con la realización de cortes precisos en la roca, y cada piedra, que pesaba en promedio entre 10 y 40 toneladas, fue numerada para garantizar su correcta reubicación. Esta compleja operación implicó a ingenieros, arqueólogos y obreros de diferentes nacionalidades, y la precisión del trabajo fue tal que una vez reubicados los templos, la alineación astronómica original fue preservada. Este fenómeno ocurre dos veces al año, el 22 de febrero y el 22 de octubre, cuando los rayos del sol iluminan el santuario del Gran Templo, alcanzando tres de las cuatro estatuas de la sala hipóstila.

Los templos de Abu Simbel, en su original ubicación, sirvieron no solo como un monumento a la grandeza de Ramsés II y su reina, sino también como una señal de advertencia para cualquier potencial invasor nubio, al representar la fuerza y el poderío del faraón.

La historia de Abu Simbel se entrelaza con la del propio Egipto. Durante siglos, estos templos estuvieron ocultos a la vista, cubiertos por la arena, hasta que fueron redescubiertos en 1813 por el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt. A partir de entonces, Abu Simbel se convirtió en un importante destino de estudio arqueológico y una atracción turística fundamental.

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  A lo largo de los siglos, la majestuosidad de Abu Simbel ha resistido el paso del tiempo y las vicisitudes de la historia, y hoy en día sigue siendo uno de los destinos más fascinantes y populares de Egipto. Cada detalle en la construcción de estos templos, desde las gigantescas estatuas hasta los intrincados bajorrelieves, habla del esplendor del antiguo Egipto. Más allá de la grandiosidad arquitectónica, Abu Simbel representa la cosmovisión de una civilización antigua, su espiritualidad, sus prácticas culturales y su sentido de la belleza.

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