Los primeros homínidos: ¿poderosos cazadores o carroñeros oportunistas?

Los primeros homínidos: ¿poderosos cazadores o carroñeros oportunistas? El debate sobre si nuestros más remotos antepasados fueron grandes cazadores que dominaban la naturaleza o si fueron más bien los últimos dentro de la cadena trófica en adquirir los alimentos ha estado siempre presente en el panorama historiográfico, siendo especialmente intenso en la década de los 80 del siglo XX.

Con los impulsos de la arqueología postprocesual, la zooarqueología y la arqueología del paisaje, nuevos elementos entraron en juego en un intento de arrojar más luz a este interrogante que todavía hoy se encuentra abierto, dado que ninguna de las corrientes parece imponerse en el debate entre la caza y el carroñeo. Estos nuevos elementos se basan en los análisis paleoecológicos y los estudios con carnívoros.

Los primeros homínidos, análisis paleontológicos

  Aplicados a la actividad cinegética, los análisis paleoecológicos señalan que las posibilidades de llevar a cabo una economía carroñera dependen de tres variables: las características de las carcasas óseas, el lugar de la muerte de las piezas y la mayor o menor existencia de predadores.

Para que pueda haber un carroñeo activo, tienen que existir una serie de carnívoros que abatan primeramente la presa, y tras su abandono, dejen una serie de partes aprovechables. Tras el abandono por parte del predador, otros carnívoros pueden acceder a la presa y terminar con ella, como ocurre con la hiena. Por lo tanto, las posibilidades de carroñeo dependen no tanto de la localización de las presas, como de la presión trófica y de que otros carnívoros no accedan antes a las carcasas dejadas por los predadores.

Los primeros homínidos: filogenia
Los primeros homínidos: filogenia

Por ello, la experimentación en diferentes zonas ecológicas como la sabana, un ambiente muy similar al cual habitaron los primeros homínidos, ha permitido observar dos posibilidades de acceder de manera primaria a las carcasas de los animales: muerte catastrófica del animal, lo que ocurre en momentos muy puntuales y solo afecta a una o dos presas, y carroñeo por confrontación con otros carroñeros, lo cual es arriesgado y peligroso.

De todo esto se desprende que, para que los primeros homínidos consumieran carne, debían emplear artefactos fabricados para tal fin, ya que su talla era mucho menor que la de los grandes depredadores del momento, como el tigre dientes de sable.

Para entender mejor las posibilidades que ofrecen tanto la caza como el carroñeo, es imprescindible conocer los agentes que compiten con los homínidos por la accesibilidad a la carne.

Los primeros homínidos, estudios con carnívoros

Los carnívoros son esos agentes que compiten con el ser humano en la captura y consumo de la carne. Como grandes predadores, consumen todo tipo de presas de cualquier tamaño y especie, produciendo una gran dispersión de los restos óseos de las víctimas. Entre los predadores más eficientes en esta tarea de dispersión encontramos a las hienas, capaces de dejar únicamente restos de mandíbulas y algunos huesos largos.

La destrucción y dispersión de los huesos será mayor cuanto mayor sea el tiempo de actuación de estos animales. También dependerá de si se trata de carnívoros gregarios o solitarios, pudiendo haber diferencias de actuación en relación a la especie. Todos estos comportamientos han sido observados por parte de los investigadores en las zonas de Tanzania y Etiopía, lugares de gran importancia para la Prehistoria y que cuentan con algunos de los yacimientos prehistóricos más antiguos como Olduvay o Kobbi Fora.

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Otros de los datos de mayor importancia para estos análisis son los relacionados con el hábitat de estos predadores. Así, por ejemplo los grandes predadores prehistóricos debieron habitar en zonas boscosas y aluviales que permitirían al Homo habilis carroñar una gran cantidad de presas con un mayor refugio que el que ofrecen las zonas abiertas.

Todos los datos que aportan los carnívoros permiten diferencian entre patrones de fracturación de los huesos, marcas de dientes y dispersión de los restos tras la caza. Y permiten comparar los datos observados con las acumulaciones óseas de en los yacimientos.

Los Primeros Homínidos

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