La travesía en canoa de Diego Méndez entre las islas de Jamaica y La Española

En el verano de 1.503 el español Diego Méndez junto con el italiano Bartolomé Fieschi, inicia una épica travesía en canoa desde la isla de Jamaica a la de Santo Domingo con el fin de solicitar auxilio y rescate para Colón y sus hombres atrapados en Jamaica tras encallar sus naves durante su cuarto viaje. La travesía, de algo más de 25 leguas, estará salpicada de peligros y penalidades, y una vez llegados a la Española (en la zona de la actual Haití), Méndez deberá caminar otras 250 leguas por la selva hasta encontrarse con  el Gobernador Nicolás de Ovando (1 legua = 5.572 metros)

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La travesía en canoa de Diego Méndez entre las islas de Jamaica y La Española

Todo había comenzado con la huida de Colón y sus hombres desde Centroamérica después de ser atacados por los habitantes de aquellas tierras,  viéndose obligados a escapar en dos naves comidas por la broma (un molusco marino)

Con sus naves  dañadas y sus hombres al borde de la inanición y la rebelión, las tormentas y una olas gigantes provocaron que  encallaran en una playa del norte de la isla de Jamaica aprovechando sus maderas y velámenes para improvisar unas  viviendas. Fray Bartolomé de las Casas, a la sazón residente en la Española, lo relata así:

“Después de un año de penosa navegación, perdidos dos de sus navíos, desarbolados y casi desechos los otros dos, azotados por las olas cuando dejaban la tierra, combatidos por los indios si a las costas descendían y faltos de víveres y agua, no pudieron continuar por más tiempo su camino, y aunque les quedaba poco para llegar a la Española, se vieron obligados a encallar sus naves en las playas de Jamaica, para hacer en ellas habitación hasta que Dios dispusiera de su suerte”.

La isla estaba habitada por indios que les daban algunos víveres a cambio de baratijas, encontrándose  a merced de su voluntad y capricho, bien voluble por cierto. No había tampoco esperanza de ser recogidos por algún barco,  ni de llegar a la Española construyendo ellos un navío  toda vez que carecían de herramientas y materiales.

En tal trance, un hombre leal  a Colon, su criado  zamorano  Diego Méndez, se ofreció a pasar a la Española en una canoa de las que usaban los indios para pedir auxilio. La empresa era muy  arriesgada al haber una distancia de 25 leguas desde Jamaica a la Española y ser las corrientes  fuertes y contrarias    en aquellos estrechos entre islas.  Atravesarlas en un tronco ahuecado sin estabilidad era lanzarse a una muerte segura, pero como no había otro medio de salvación  Colón   aceptó el valeroso ofrecimiento de Méndez. Después, reunió a todos los miembros de la tripulación y peguntó si alguien quería  acompañarlo, pero como ninguno quiso aceptar por considerarlo un suicidio, Méndez le aseguró que lo haría solo.

 El hijo de Colón, Hernando, dice que el Almirante también encomendó ir en otra canoa

“a Bartolomé Fiesco, gentil hombre genovés, con otra tanta compañía (de indios), para que luego que Diego Méndez estuviese en la Española, siguiese su camino a Santo Domingo, que distaba de donde estábamos casi 250 leguas; que volviese Fiesco a traer noticia de que  había pasado en salvo, y no tuviésemos con dudas y temores de si le había sucedido alguna desgracia, lo cual debía temerse mucho, considerada la poca resistencia de la canoa.”

Méndez. Fiesco y algunos indios zarparon con  calabazas llenas de agua dulce y un poco de comida. Corría  el mes de julio de 1503 y  dice Hernando Colón  que a mitad del segundo día se les terminó casi toda el agua  y que  a  los indios  sólo los mantenía remando la esperanza de llegar a Navaza, un islote situado entre Jamaica y la Española, y que los indios conocían.

“Pero  les engañaba la fatiga porque bogando muy bien una  canoa no puede hacer en un día y una noche más viaje que diez leguas,  de manera que, venida la tarde, se hallaron  tan débiles y sin fuerzas, que apenas adelantaban. Así, poco a poco,……. siguieron como podían, hasta que llegó la segunda noche, sin que hubiesen visto tierra”. (de las Casas).

Al caer la noche,

“Diego Méndez  descubrió la silueta del islote  y mostrándoles la tierra, les dio mucho ánimo y habiéndoles repartido un poco de agua, bogaron de modo que a la mañana siguiente se hallaron sobre la isla… y era llamada Navaza”. (de las Casas).”Desembarcados donde mejor pudieron, dieron muchas gracias a Dios por tal socorro, y porque no había en ella agua dulce viva ni árbol alguno, sino peñascos, anduvieron de peña en peña, recogiendo con calabazas el agua llovediza que hallaban que fue bastante para llenar los vientes y los vasos”.  

Al atardecer zarparon de nuevo y como Navaza está muy cerca de la Española, tras una noche de navegación, al  día siguiente divisaron el entonces llamado Cabo de San Miguel, hoy Punta Tiburón, en el extremo occidental de la Española en cuyo momento,

“Bartolomé Fiesco, que era caballero, quiso volver (a Jamaica) como se lo había ordenado el Almirante; pero como los marineros y los indios estaban muy fatigados, e indispuestos por el trabajo y por el agua de mar que habían bebido… ninguno hubo que quisiera volver”.(Hernando Colón)

Tras llegar milagrosamente  después de cuatro días,  Méndez tuvo que recorrer otras 250 leguas a pie por tierra  desconocida hasta encontrar al Gobernador Ovando que se hallaba en Jaragua. Sin embargo Ovando – enemistado con Colón –  tardó 8 meses en acudir en auxilio de éste, y cuando por fin lo hizo envió una carabela escasa de víveres y al mando de Diego Escobar, otro declarado enemigo de Colón que incluso se había sublevado contra éste en el pasado. Todas estas circunstancias hicieron que Colón y sus hombres tuvieran que permanecer en Jamaica esperando durante  diez meses hasta que llegó el navío que fue a socorrerlos,  pero la gesta de Diego Méndez quedó para la posteridad.

Autor: Ignacio del Pozo Gutiérrez para revistadehistoria.es

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Bibliografía

“Viajes de Cristóbal Colón” de Bartolomé de las Casas

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